Las comunidades de insectos, crustáceos y otros macroinvertebrados acuáticos se ven afectadas no solo por el exceso de nitrato en el medio acuático, sino especialmente por el efecto de los sedimentos acumulados en los cursos fluviales, según un estudio publicado en la revista científica PLOS ONE.
Los sedimentos depositados en el lecho del río -por efecto del intenso laboreo agrícola y la deforestación del bosque de ribera- alteran las características ecológicas del hábitat fluvial y empobrecen las comunidades biológicas a todos los niveles.
En este estudio participan los profesores Rubén Ladrera y Rafael Tomás, del Departamento de Agricultura y Alimentación la Universidad de La Rioja; Narcís Prat y Miguel Cañedo-Argüelles, investigadores de la Facultad de Biología y del Instituto del Agua de la Universidad de Barcelona (IdRA), y Óscar Belmar, del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA).
Ecosistemas fluviales con altas concentraciones de nitratos
La investigación se centra en sistemas fluviales localizados en el entorno de Zonas Vulnerables a la contaminación por Nitratos (ZVN) en el valle del Ebro, al oeste de la Comunidad Autónoma de La Rioja, en concreto en los ríos Ea, Reláchigo y Encemero (afluentes del río Tirón); Tuerto y Yalde (afluentes del río Najerilla), y en el río Zamaca, que vierte sus aguas directamente al Ebro.
En estas zonas, en las que la normativa actual exige a los agricultores una serie de medidas para recuperar la calidad del agua, se ha detectado una de las mayores concentraciones de nitratos en aguas superficiales de toda la cuenca del Ebro. «Es especialmente alta en el río Zamaca -puntualiza Rubén Ladrera, primer autor del artículo- donde llega a superar los 100 mg/l, cuando la Directiva Marco del Agua exige valores inferiores a 25 mg/l».
«Sin embargo -explica el experto de la Universidad de La Rioja- hemos podido determinar que la principal presión agrícola no es el nitrato, sino la alteración del hábitat fluvial y de ribera, que provoca una gran acumulación de sedimento en los ríos como consecuencia del intenso laboreo y la eliminación de la vegetación que retenía el sedimento que ahora entra al cauce».
En diferentes cursos fluviales del área de trabajo, los expertos han estudiado la comunidad de macroinvertebrados acuáticos, que son uno de los mejores bioindicadores del estado de los cursos fluviales. «Los rasgos ecológicos de las comunidades de macroinvertebrados -es decir, de qué se alimentan, qué sustratos prefieren, cuánto tardan en reproducirse, etc. – son un indicador fiable del estado ecológico y permiten determinar la calidad del hábitat fluvial de forma indirecta», detalla Miguel Cañedo-Argüelles, miembro del Grupo de Investigación Freshwater Ecology, Hydrology and Management (FEHM) de la UB y del IdRA.
«Según el estudio, las comunidades de macroinvertebrados acuáticos revelan un pobre estado ecológico de los ríos en el entorno de estas zonas vulnerables a la contaminación por nitratos procedentes de fuentes agrarias en La Rioja. No obstante -insiste Cañedo-Argüelles-, el pobre estado ecológico no se debería tanto a la toxicidad del nitrato sino al deterioro del hábitat acuático debido a los sedimentos depositados en el río por efecto de la deforestación y las prácticas agrícolas».